En los entrenamientos libres, que se realizan, entre otras cosas, para evaluar los neumáticos, ya quedó claro que la marca italiana se había equivocado y que habían sido demasiado optimistas en esta ocasión y que se degradaban, tanto estos como los blandos, más de lo que ellos esperaban.
Tanto Ferrari, como Vettel, forzaron más que ningún otro equipo la situación, confiados también en que sus monoplazas cuidaban más los neumáticos, algo que es verdad y hemos comprobado a lo largo de la temporada.
Pero no funcionaron los sensores advirtiendo del peligro o no contaron con que Vettel, acosado por Grosjean, iba a utilizar tanto los pianos, aprovechando todo lo que pudiera la pista. Y en uno de estos, la rueda trasera derecha dijo basta y reventó. Culpa de Vettel y culpa de Ferrari.