Empezamos por lo más destacado de este coche, es decir, el propulsor. Lo que encontramos en el hypercar sueco es el mismo V8 de 5.0 litros turboalimentado que monta el Agera RS, aunque con importantes modificaciones en la mayoría de sus componentes. Como por ejemplo, un cigüeñal plano que es 5 kilos más ligero y la presencia de un sistema que inyecta aire directamente en el compresor eléctrico.
Genera 1.280 CV, utilizando gasolina convencional. Una cifra muy importante, pero que puede llegar a nada menos que 1.600 CV, con un límite de revoluciones fijado a 8.500 vueltas, con un par máximo de 1.500 Nm. Por el momento se desconocen las cifras de aceleración, aunque sí conocemos su velocidad máxima: 482 km/h.
La transmisión es mucho más ligera que una caja de doble embrague y bastante más eficaz y es capaz de realizar cambios de marcha a velocidades impensables prescindiendo de los sincronizadores, intercambiando relaciones independientemente de si están o no seguidas. Es decir, se podría cambiar de séptima a cuarta sin apenas enterarnos. Cuenta con nueve velocidades.
Ya que este coche va a soportar aceleraciones desorbitadas, los ingenieros han instalado un amortiguador adicional en la parte delantera, algo que evita que el coche se incline hacia detrás y así se pueda mantener nivelado en todo momento, además de los habituales amortiguadores Öhlins, así como un sistema de dirección en las ruedas traseras.
Las llantas del coche juegan un papel fundamental y es que son las más ligeras que ha instalado Koenigsegg en uno de sus automóviles, con un peso de 5,9 kilos en las delanteras de 20" y 7,7 kg en las traseras de 21”. Además de su ligereza, también influyen en el aspecto aerodinámico, el enorme splitter delantero y el prominente alerón trasero, produciendo alrededor de 800 kg de carga aerodinámica a 250 km/h, 1.000 kg a 275 y 1.400 kilos a su máxima velocidad