“Podríamos haber estado en el podio si no hubiéramos tenido problemas mecánicos”, explicó Alonso en la rueda de prensa posterior a la carrera. A pesar de los problemas, las numerosas averías que sufrió el coche consiguió su objetivo primordial en Daytona: aprender de todo lo que rodea a una carrera de resistencia de cara a las 24 Horas de Le Mans.
“He conducido cerca de ocho horas y tengo los músculos entumecidos. He disfrutado muchísimo, aunque por desgracia la carrera ha estado llena de percances y problemas que nos hicieron perder muchos minutos”, contó el español nada más bajarse del coche en otro vídeo en las redes. “Todo lo que se ha aprendido, a ponerlo en práctica en el futuro”, analizó el asturiano.
En la carrera, el coche de Alonso no pudo cumplir una de las claves de estas pruebas de largo aliento: hay que sobrevivir 20 horas y luchar las últimas cuatro, pero sí aprendió algunas de las situaciones que podrá encontrarse en Le Mans, como, por ejemplo, sacarle rendimiento a un coche compartido con otros dos compañeros y con reglajes comunes.
El primer percance grave llegó a las ocho horas, cuando Hanson sufrió un pinchazo y en el siguiente turno de Fernando Alonso apareció el problema con los frenos, que dejó el coche muy tocado hasta el final de carrera, y luego Lando Norris también tuvo que lidiar con fallos en el embrague, cuando veía en el horizonte a los 10 primeros. El británico, canterano de McLaren, fue una de las sorpresas para el equipo, rapidísimo toda la prueba.