Seis décadas antes que el Mercedes AMG GT presentado este año, debutó en 1957 en el Salón de Ginebra la versión descapotable del "Gullwing".
La dirección de la firma de la estrella, tras el éxito del espectacular 300 SL lanzado al mercado en 1954 y conocido popularmente como Alas de gaviota, pronto vio el potencial que podría tener una versión de techo abierto de su nuevo deportivo. Por lo tanto, dieron luz verde a su creación solo un año después. En 1957, dos años más tarde, tuvo lugar el debut oficial de la versión roadster del coche en la cita suiza más importante relacionada con el mundo del motor.
El Mercedes-Benz 300 SL Roadster, construido sobre la plataforma del coupé, experimentó diversas modificaciones en su chasis y carrocería para mantener su rigidez y presentar dos puertas de apertura. Esto resultó en un aumento de peso total del automóvil de 120 kg. Para asegurar su rendimiento, inicialmente se equipó con un motor de fundición de tres litros y seis cilindros en línea, que generaba 218 CV. Sin embargo, en 1962 fue reemplazado por otro motor de aluminio con la misma potencia pero con 44 kilogramos menos. En lugar de los carburadores comunes en ese momento, el motor del SL Roadster contaba con un primitivo sistema de inyección de combustible.
Desde su concepción y nacimiento, el Mercedes 300 SL Roadster fue un verdadero éxito hasta que cesó su producción en 1963. Se fabricaron un total de 1.858 unidades que, a partir de 1958, ya contaban con un techo duro.
Este modelo, como era de esperarse, tuvo una versión de competición llamada SLS. Esta variante fue una verdadera máquina gracias a la reducción de 337 kg en su peso total y al aumento de potencia del motor hasta los 238 CV. En el año de su debut (1957), permitió a Paul O'Shea ganar el North American Sports Car Championship, que ya había ganado en los dos años anteriores conduciendo un SL cerrado.
En el mercado de clásicos, son escasas las unidades que se encuentran y nunca son económicas. Se subastará el día 1 de abril uno de los últimos SL Roadster que salieron al mercado, con un precio estimado de 1,5 millones de euros.
En 1962, ocurrió una anécdota en nuestro país con el futbolista de Real Madrid, Francisco Gento. Desafortunadamente, arrolló a un cabo de la Guardia Civil.