Muy mal podría ponerse la cosa para que un piloto español no se suba en el podio del circuito de Termas de Rio Hondo. Es el escenario del gran premio argentino. Y, casi siempre, ha sido favorable para los pilotos españoles. En este caso concreto, en la categoría reina, Marc Márquez ha dominado en todas las sesiones. El único que le ha plantado cara, de verdad, han sido Dovizioso y Viñales, sin olvidarnos de británico, Cal Crutchlow. Pero los registros están muy apretados. Los diez primeros están en un margen de 7 décimas de segundo; es decir, nada
Sera una carrera de estrategia. Depende del ritmo que se imponga en las primeras vueltas. Si se rueda en 1:39 medios, serán muchos los que se mantengan en el grupo de cabeza. Todo depende, porque los pronósticos dicen que puede llover. Si esto sucede, se puede complicar todo. De hecho, ya se ha previsto el cambio de moto. Por si acaso.
Jorge Lorenzo sigue sin coger el aire a la Honda. Ha mejorado. Consiguió bajar del 1:40, aprovechando la rueda de Márquez. Ha sido su mejor vuelta de los dos días. En la segunda salida de la Q2, tras cambiar las ruedas, solo ha bajado dos veces de 1:40, pero por encima del tiempo conseguido cuando iba detrás de su compañero de equipo.
Márquez ha sido el que más veces ha bajado de 1:39. En tres ocasiones de las siete oportunidades. Sus compañeros de primera línea, Viñales y Dovizioso, solo lo ha logrado una vez en las mismas oportunidades. Esto lo dice todo o casi todo. Porque, en carrera, todo puede cambiar. Suponemos que con los datos que Márquez tiene y conoce de sus adversarios, marcará la pauta atacando en el momento oportuno. Pero, insistimos, la lluvia puede hacer cambiar cualquier pronóstico.
Lo que ha quedado claro, clarísimo, es que Márquez es el desmoralizador de la contienda. Pensábamos en los dos gallos en el gallinero. Pero ha sabido tomarle la medida a Lorenzo. Sabe perfectamente que tocando la moral es un hándicap a su favor. Es lo que ha hecho hoy. Lorenzo es muy sensible con estos temas. Seguro que le costará dormir esta noche. Porque 1,2 segundos es una diferencia abismal. No hay excusa posible, a excepción de ese "come cocos" con la que juega su rival y, sin embargo, compañero.