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Opinión

Los fabricantes de automóviles deben adoptar el principio de Pareto
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Los fabricantes de automóviles deben adoptar el principio de Pareto

Por Matias Giannini, CEO de Horse Powertrain.

miércoles 09 de abril de 2025, 15:56h
La industria automovilística enfrenta una intensa competencia y debe adaptarse rápidamente a nuevas demandas. Las marcas deben centrarse en el 20% de características que generan el 80% de la diferenciación, subcontratando sistemas de baja diferenciación. Esto les permitirá liberar recursos para innovar y responder mejor a las necesidades del mercado.

La industria automovilística mundial se encuentra en una encrucijada. El sector se enfrenta a una era de intensa competencia, escrutinio normativo e interrupción de la cadena de suministro. Y todo ello mientras nuevas marcas disruptivas desafían el liderazgo tecnológico y de mercado de las marcas tradicionales, forzando una carrera armamentística de la innovación. El éxito -y la supervivencia- dependen de la capacidad de las marcas para adaptarse rápidamente y diferenciar sus ofertas de las de la competencia.

Sin embargo, el ritmo de innovación y diferenciación que se necesita no concuerda con la forma tradicional de hacer negocios de los fabricantes de automóviles. Para avanzar con rapidez y sacar nuevos coches al mercado a tal velocidad, las marcas deben revisar sus supuestos y, lo que es más importante, clasificar sus recursos adecuadamente.

Las marcas y los fabricantes deben adoptar el principio de Pareto: hoy en día, el 80% de la diferenciación de un vehículo procede del 20% de sus características. El reto para las marcas es identificar esas características, las «vitales», y concentrar sus recursos en ellas. Pero adoptar este concepto va a requerir algunas conversaciones sinceras sobre qué capacidades deben permanecer en la empresa.

Revisar los supuestos de la automoción

Tradicionalmente, los fabricantes de automóviles se han enorgullecido de la producción interna, sobre todo de componentes críticos como las cadenas cinemáticas. Pero este enfoque ya no es sostenible. A menos que se produzca un cambio generacional, los motores y las transmisiones ya no captan el interés de los consumidores ni su cuota de mercado, sino que forman parte del 80% del conjunto de características del automóvil, responsables de sólo el 20% de la diferenciación.

Todo conlleva un coste de oportunidad. El capital, la mano de obra y otros recursos invertidos en el 80% de características de baja diferenciación podrían destinarse al 20% de alta diferenciación. Esto incluye intangibles como la marca y el diseño, junto con características como el software, el salpicadero y las capas de conectividad, como los sistemas avanzados de asistencia al conductor (ADAS), el infoentretenimiento personalizable y la preparación para la conducción autónoma.

Ante las crecientes presiones actuales, los fabricantes de automóviles deben centrarse en estas pocas prioridades vitales. Para ello, tendrán que liberar recursos que actualmente se gastan en características poco diferenciadoras. La automoción es una de las industrias que más capital necesita en el mundo y, en la actualidad, gran parte de ese capital lo gastan las marcas «reinventando la rueda» en sistemas internos que no impulsarán las ventas, las devoluciones ni el liderazgo de la categoría.

Las operaciones internas a gran escala para estas actividades de escaso margen inmovilizan recursos y frenan la innovación, que es fundamental en el mercado automovilístico actual. Pero, ¿cuál es la alternativa?

Aceptar las asociaciones

La respuesta está en aceptar la lógica de las economías de escala para la producción especializada y experta de elementos y sistemas de baja diferenciación. En lugar de replicar individualmente versiones prácticamente idénticas de estas características en la empresa, las marcas y los fabricantes de equipos originales deberían recurrir a socios especializados e independientes de la marca para estos componentes y sistemas.

Desde el punto de vista del balance, este planteamiento tiene su lógica. La subcontratación de sistemas como la cadena cinemática de un vehículo puede generar ahorros significativos para los OEM y las marcas. Pero lo que es más importante es que estas asociaciones permiten a las marcas descargar las complejidades de producir estos sistemas de baja diferenciación y liberar recursos para centrarse en sus iniciativas de alta prioridad.

Los especialistas externos en estos sistemas de baja diferenciación también hacen posible que las marcas y los fabricantes de equipos originales tengan mucha más flexibilidad y margen de maniobra. Al eliminar los riesgos asociados a los cambios de estrategia y producto -como los costes de reequipar plantas o reasignar personal-, los fabricantes de automóviles pueden ajustar más fácilmente los objetivos de producción, responder a nuevas normativas o cambiar las características de los vehículos para reflejar los cambios del mercado.

Sin embargo, para delegar con éxito el desarrollo y la producción de sistemas de baja diferenciación, las marcas deben adoptar una mentalidad de colaboración. La enorme complejidad de los vehículos modernos hace que cada modelo plantee retos únicos de integración de sistemas: piense en albergar, gestionar térmicamente, ADAS, infoentretenimiento, etcétera. Un simple acuerdo de suministro no va a resolver estos retos.

Si las marcas y los fabricantes de equipos originales quieren liberar sus recursos para sistemas de alta diferenciación, tienen que asegurarse de que sus proveedores no son meros vendedores de piezas. Por el contrario, tienen que ser socios que participen estrechamente en todo el ciclo de vida de desarrollo de un vehículo, optimizando sus soluciones para beneficiar holísticamente a todo el producto.

Establecer prioridades

Cada año, los cuarenta principales fabricantes de automóviles del mundo gastan más de 75.000 millones de dólares en I+D. Al recurrir a terceros para el desarrollo y la implantación de sistemas de baja diferenciación, las marcas pueden hacer que esta inversión llegue más lejos que nunca, al tiempo que minimizan el tiempo de comercialización, maximizan la competitividad y racionalizan las operaciones.

Si adoptan la regla 80/20 y cuestionan las viejas suposiciones sobre los sistemas que deben producirse internamente, las marcas pueden asegurarse de ofrecer productos innovadores y destacar en un mercado cada vez más competitivo.

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